Todo empezó en una peluquería de barrio. Negocio familiar, el cual inició mi madre en los cincuenta y que desde hace más de treinta años continuamos mi hermana y yo. Hace unos años me introduje en el mundo de la fotografía y, sin pretenderlo, lo que en el inicio fue un mero entretenimiento poco a poco invadió mi tiempo de ocio y muchas horas nocturnas.
Han sido muchos años en los que me he sentido un poco como Jekill y Hyde, peluquero de día y video-fotógrafo de noche. Ahora lo sé, esa duplicidad no podía mantenerla por mucho tiempo, tarde o temprano se rompería y un personaje se inundaría del otro.
Mis inquietudes artísticas-profesionales en el mundo de la imagen siempre estuvieron ahí, fueron creciendo durante años entre tintes, rulos y peinados. Por fin he encontrado un hábitat común para mi Jekill y Hyde particular. Las principales modelos de mis fotografías han sido las clientas de la pelu, con sus pequeñas y sus grandes historias. Y gracias a su colaboración, he conseguido reinventarme como un emprendedor, capaz de aunar estos dos mundos a los que dedico la mayor parte de mi tiempo: la peluquería y la fotografía.